lunes, 21 de octubre de 2013

Mi abu

Este 15 de octubre se cumplió un aniversario de la muerte de mi abu, como la llamaba cariñosamente. Quizás porque aún es muy reciente su partida, duele saber que ya no está entre nosotros. Con el tiempo he aprendido que la muerte nos enseña a ver a las personas desde otra dimensión, a través de los recuerdos. Por suerte, ella me dejó miles para tratar de  vivir su ausencia física.

Mi abuela se llamaba Celia y vivió casi hasta los noventa y un años. Una edad privilegiada que no creo que mi generación conozca. Hija de un emigrante español y una cubana criolla y hermosísima, a la que tuvieron que casar a los 13 años por miedo a que se la llevaran para la manigua, mi abu era la mayor de las hijas del segundo matrimonio de mi bisabuela María, que dicen vivió hasta los 105 años. Se enamoró muy joven de mi abuelo y como antes nadie creía en casamientos y papeles baratos, se fue con mi abuelo, Juan, una madrugada en que todos dormían en la casa. "No vayas a creer hija, que antes nos ajuntábamos, pero el compromiso era para toda la vida", me decía ella muy seria cuando entablábamos una discusión de moral y religión. 

Más allá de los simples y normales debates, lo cierto es que la respetábamos mucho. Nadie solía discutir o poner en duda una afirmación suya. Para los treinta y pico de nietos, mi abu era la persona más especial de este mundo. La pobre, solo conoció el trabajo duro del campo, pero poseía una inteligencia excepcional. Siempre pensé que de haber vivido en otra época hubiera podido ir a la Universidad. A veces me pregunto si no existirán un grupito de personas que nacemos en épocas trocadas. De cualquier forma, me hubiera encantado intercambiar de época con ella, seguro que le sacaba mejor provecho que yo.

Mi abu eso sí, no era de esas abuelas que te sientan en el regazo y te cuentan miles de historias, no era tampoco la imagen de la fiel abuelita que está pegada a sus nietos malcriándolos. Ella siempre estaba enredada entre sus matas, tostando café criollo, recogiendo cilantro, preparando un cocimiento al vecino. Muchas veces, yo le decía que se me parecía mucho a Francisca, la protagonista del cuento de Onelio Jorge Cardoso. "Abuela nunca te vas a morir porque tú cansas hasta a la muerte", pensaba.

Mi abu no sabía filosofía, geografía, ni historia universal, pero tenía sensibilidad y la sabiduría del campo. Para cada problema encontraba una respuesta, para cada enfermedad un remedio casero y lo mismo cocinaba, cosía, bordaba, guataqueaba un campo. Incluso, muchos le reconocían sus grandes artes para la siembra. Sabía, por la experiencia de la vida, como debían ser los ciclos naturales para sembrar y nunca perdió una cosecha. Madre de nueve hijos, trabajaba en el campo hasta la hora de parir y después de tres días de descanso volvía al campo porque había que alimentar a los demás niños. Amó muchísimo a Fidel y murió con la convicción de que lo mejor que le había pasado a este país era la Revolución. "Ustedes no conocen lo que es pasar hambre, trabajo, que te exploten como un esclavo; ustedes hijas mías cuiden lo que tienen", repetía siempre.

Mi abuela contaba cuentos ingeniosos, sobre todo en las madrugadas de apagones largos durante el período especial. Casi todos eran relatos de espíritus, muertos y aparecidos. Como aquel del amigo Sebastián que en medio de su propio velorio se sentó en la cama y pidió café con leche para él. Dice mi abu, que incluso después de eso el pobre Sebastián duró muchos años y cuando en realidad se murió nadie quería ir al entierro. Todavía guardaba las revistas de cuando el ciclón del 32 asoló a Santa Cruz del Sur en Camagüey. Aún hoy puedo cerrar los ojos y escuchar la copla que los campesinos le sacaron y que mi abuela repetía con total exactitud.  

Ella también contaba entre risas como aprendió a leer sola. Resulta que los padres pagan las clases a un maestro del pueblo para que su hermano menor aprendieran las letras y los números, por eso del machismo. Pero contaba mi abu, que ni a palo le entraba al tío Vito las letras. Ella mientras fregaba, planchaba o barría la casa de tierra, se ponía a escuchar al maestro y luego repetía el abecedario en un viejo almanaque que existía en casa. Así, de manera autodidacta aprendió a leer, escribir, a sacar cuentas y anotar las cosas más importantes en su memoria. 

Cuando pequeña no me daba cuenta de la maravilla de tener una abuela como la mía. Solo cuando fui creciendo y aprendiendo las cosas esenciales de la vida comprendí que mi abuela era un libro de sabiduría. Cuando intenté que me enseñara todo lo que sabía, al menos esos remedios caseros que bien ayudan para aliviar un catarro, una fiebre que no quiere ceder, un dolor de cabeza... ya era demasiado tarde. Estaba muy viejita y le fallaba la mente. Sin embargo, a pesar de su edad nos dejó un mensaje: "en esta vida no se puede dejar de luchar por muy difícil que esté todo a tu alrededor". Ella vivió y murió como una luchadora, o al menos así la recuerdo yo.

Abu donde quieras que estés recibe un besito de tu nieta. Te amo. 

viernes, 18 de octubre de 2013

La solidaridad entre los cubanos



Desde hace mucho tiempo pensaba escribir sobre la solidaridad entre los cubanos, o lo que de forma muy natural llamamos "tenderte una mano". Pero por esas cosas de la vida en las que uno comienza a dar prioridad a asuntos importantes, aunque no esenciales, lo fui dejando. Sin embargo, hoy quiero reflexionar sobre ese tema.

En Cuba se suele afirmar, "nadie quiere a nadie, se acabó el querer", estribillo además de una canción que el grupo los Van Van popularizó por los años 80. Pero, ¿hasta qué punto eso es cierto? ¿Hemos cambiado tanto que nadie quiere a nadie?. A mí en lo personal la frase siempre me ha parecido un poco fuerte. En lo que sí concuerdo es que nuestra sociedad está cambiando como proceso natural. Para nada las sociedades son entes inamovibles, sino que al contrario están en continuo movimiento y responden a acontecimientos, escenarios y pautas que nosotros mismos vamos marcando. 

Hay que estar claro que dentro de ese fenómeno debemos ser cuidadosos en salvar normas y principios elementales. Por ejemplo, en mi casa me enseñaron como norma general que nadie es superior a otro; en ese sentido mi abuelita semi analfabeta siempre me decía: "hija a las personas no se les valora por el color de la piel, por la riqueza que posea o por su preferencia sexual, a la gente se le mira a la cara y se le valora por la gentileza del alma o lo que sean capaz de enseñarte"; el otro principio de mi abuela era, "agradece eternamente a la persona que te ayuda sin preguntar ni pedir nada a cambio"; el tercero, "respeta a las personas mayores y escucha siempre lo que tengan que decirte,  las canas no son por gusto"; y el último principio: "se solidario por naturaleza,  que ningún remordimiento agobie tu alma y tu pensamiento".

De ese precisamente soy una fiel seguidora y defensora. En los últimos tres años de vida he tenido que enfrentarme a acontecimientos fuertes como fue la enfermedad de mi mamá, la operación de cáncer de papi, hospitalización de mi hijo y enfermedades mías propias. En todo ese tiempo siempre sentí el apoyo de un amigo, el conocido, aquel que con el que apenas hablas, pero que se enteró de tu problema y te sacude por los hombros y te dice que ahí está él para cualquier cosa; o el más reciente, el regaño cariñoso de un vecino que se acaba de enterar que estás hospitalizada y no entiende por qué no se le aviso antes. Ese mismo vecino que te repite varias veces, "hija pero para que somos cubanos", "aquí estamos para ayudarnos".

Resulta de verdad muy tranquilizador saberte en la cama de un hospital en el fin del mundo, con gente de otra cultura e idioma, pero tranquila de que tu esposo y tu hijo de tres años están siendo apoyados y atendidos por amigos que acabas de conocer y que te recuerdan "somos o no somos cubanos". Realmente soy una fiel desconocedora de cómo funcionan las sociedades en otras partes del mundo, pero desde el fondo de mi corazón les digo: amigos, conocidos, colegas, cubanos todos, gracias por mostrarme que somos el mejor pueblo del mundo!!!!!.   
























miércoles, 9 de octubre de 2013

Diego, papá y el béisbol

Diego y papáEl fútbol parece ser el deporte favorito de la gran mayoría de los más de 7000 millones de personas que vivimos en la Tierra. Desde hace un tiempo en Cuba se puede observar a muchos jóvenes que están en las esquinas hablando de la liga europea y, como la discusión entre cubanos siempre llega al punto de la gritería, desde lejos uno puede  escuchar la defensa apasionada que hacen del equipo español. Lo que llama poderosamente mi atención es que los cubanos al parecer nos hemos convertido en especialistas de fútbol. Sabemos del pi al pa las veces que el Barcelona o el Real Madrid han ganado. Al parecer, todos se mantienen muy al tanto del tema.

Yo confieso que apenas se de fútbol. Solo sigo los mundiales, y porque juegan Brasil y Argentina. La primera vez que me senté a ver un juego tenía 18 años y recuerdo que gritando le dije a otra compañera, mira ese niño le ha dado a la pelota con la cabeza!!!!. Se podrán imaginar las risas y  burlas que desperté entre mis compañeros de clases.

Pero no es de ese deporte del que quiero hablar, sino más bien de otra pasión: el béisbol o como muy cubanamente decimos, la pelota. Pues resulta que este fin de semana Diego, papá y yo fuimos a un juego de pelota. Mi esposo debía jugar contra unos amigos de Cuba. Creo que era la primera vez que se mostraba al bate. Cada vez que salía a batear, yo escondía la cabeza para no pasar pena. A pesar de mi miedo, él como todo buen cubano hizo una actuación decorosa.

Lo más llamativo del partido fue que Diegui, al que con sus tres años solo le gusta dar a la pelota con el pie, quería un bate y un guante para jugar. Tratamos de explicarle que era muy pequeño, pero a pesar de nuestros argumentos, él como todo cubano parecía conocer el arte de la pelota, el manejo del guante y las reglas para jugar. Y amigos, ahí comprendí que a pesar del fanatismo del fútbol, un auténtico cubano siempre sabrá y hablará de la pelota. Espero que el amor por nuestro deporte no se pierda entre tantos símbolos del Barcelona y el Real Madrid que hoy están por todas partes. Viva el béisbol señores!!!!!.


lunes, 30 de septiembre de 2013

Las cintas amarillas y la causa de los Cinco

Manifestaciones frente a la Casa Blanca

Cintas amarillas por los Cinco

Por el regreso de los cuatro

Jóvenes cubanos se unieron al llamado


La iniciativa del cubano no tuve límites


Por estos días, miles de cintas amarillas engalanaron las principales calles y avenidas de Cuba. Las imágenes captadas por los lentes curiosos de las cámaras fotográficas mostraron como jóvenes, viejos, gente común y de pueblo llevaban con orgullo las cintas.

Me cuentan mis amigos que los cubanos, fieles a su inventiva, colgaron toallas amarillas en los balcones, rasgaron sayas y blusas, pidieron prestado a Ochún, la mismísima Caridad del Cobre, sus prendas para mostrarlas al mundo. Incluso, muchos hoy en Cuba juran que usarán las pulseras amarillas en señal de promesa hasta lograr el regreso de los cuatro cubanos antiterroristas.

Por cosas de la vida y cambios en mi trabajo, no pude compartir ese momento con mis amigos y familiares en Cuba, pero imagino que cada uno quería cumplir a toda costa con el llamado que nos hizo René. Cada día que pasa es un tiempo robado a los hijos, a las madres y a los seres queridos de Gerardo, Ramón, Tony y Fernando; incluso a René, que a pesar de estar en libertad después de 15 años, ha prometido no descansar en la lucha por la definitiva liberación de sus cuatro hermanos.

"Nosotros tenemos una deuda eterna con ellos. Debemos convertir esta lucha en un movimiento que se parezca a un tsunami mundial que permita romper las rejas de la injustica norteamericana", me dijo con mucha pasión un amigo que se confiesa un fiel admirador de Cuba y de la causa de los cubanos.

Cuando uno escucha frases como esas, es emocionante comprobar que los cubanos no estamos solos en esta batalla. Tenemos millones de amigos en todo el mundo que creen en Cuba y defienden lo que ella representa para el resto de las personas en cualquier lugar de este planeta.

Intervenciones frente a las Embajadas norteamericanas, cartas al presidente Obama, envío colectivo de artículos a las principales redacciones de los grandes medios de comunicación, fueron algunas de las iniciativas que grupos de solidaridad realizaron el pasado 12 de septiembre.

Como dijo mi amigo, la batalla no tendrá fin hasta que todos se encuentren libres en la tierra a la que tanto defiende desde el encierro más duro y cruel.

La naturaleza y sus curiosidades



Prometí escribir todos los días, pero desde que abrí el blog muchos cambios han ocurrido en mi vida. Debo confesar que prácticamente se me había olvidado que tenía un blog. Por eso, hoy vuelvo a él y sobre todo porque buscando cosas curiosas en Internet me encontré con unas imágenes super lindas y por supuesto no puedo dejar de publicar algunas de ellas. Recuerden que les expliqué en mi perfil que soy una fiel enamorada de la naturaleza y defensora del medio ambiente.  


Lo que la naturaleza nos enseña

Con la piel de otro

Atrapada en el árbol

Te tengo!!!

Corre, corre que viene el gato!!!!!!!

viernes, 9 de agosto de 2013

Mi Cuba bella

Qué linda es Cuba amigos!!! Nadie lo puede dudar. No por gusto Cristóbal Colón y Alejandro de Humboldt se enamoraron del paisaje cubano. Hoy quiero abrir mi blog de crónicas de viajes con unas fotos hermosas que publicó el sitio Cubasi.cu sobre los Lagos de Mayajigua. Por supuesto, yo estoy encantada con las imágenes. No solo por lo bello del paisaje, sino porque me trae recuerdos hermosos de mi niñez. Mi familia solía llevarme casi todas las vacaciones para bañarme en la piscina o disfrutar de un tranquilo domingo a la sombra de los árboles, y qué decir de las fotos familiares!!!!! Sin dudas, el lugar resulta agradable para los amantes de la naturaleza. Se los recomiendo.

Más imágenes en: http://www.cubasi.cu/