jueves, 17 de diciembre de 2015
viernes, 6 de noviembre de 2015
El miedo
A lo largo
de mi vida he sentido diferentes tipos
de miedos. Confieso que he vivido verdaderas situaciones de pánico ante la idea de perder un
ser querido, sacar una mala nota, no lograr una meta propuesta, de que mi mamá
me descubra en alguna mentirilla, de no estar a la altura de lo que esperan de
mí, de no encontrar a mi gran amor, de quedarme sola y olvidada por las
personas que amo; o miedo al dolor físico como parir, sacarme una muela, darme unos
puntos, y hasta inyectarme con una duralgina.
A mis
36 años puedo decir que casi todos los he vencido, bueno excepto el de perder a
un ser querido. No logré una meta?, pues me consuelo proponiéndome otra más
alcanzable; además aprendí que los verdaderos amigos nunca te dejan sola y que
el amor está en todas partes. Creo que he amado lo suficiente y me han amado,
por lo que vivo eternamente enamorada de las personas que tengo a mi alrededor.
Adoro la familia que he logrado crear junto a mi amor eterno.
Sin
embargo, desde hace un tiempo estoy experimentando un nuevo tipo de miedo. Uno
que me desvela, me pone a pensar, me estruja y me encoje. Es el miedo a no
estar ahí para mis hijos para mimarlos, malcriarlos, alimentarlos, protegerlos,
consolarlos en su primer desengaño amoroso, o educarlos en los valores en los
que creo. Me aterroriza la idea de no verlos crecer y me entra pánico pensar
que pudiera perderlos. Quizás ahora entiendo mejor el desespero de mi abu y el
dolor infinito de mi tía.
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